Sofía:

Ya a mis cuarenta y tantos, y como la mayoría, siendo parte de la ajetreada, intensa y desgastante vida actual que deja tan pocos espacios para la calma, para conectarse con uno mismo y con lo más trascendente de la vida, (ya sea por la falta de tiempo o simplemente por la fácil desconexión con la que vivimos con nuestro mundo interior) comencé –probablemente de manera inconsciente- una búsqueda profunda.
Algo me estaba pasando, que no entendía bien lo que era, que me hacía cuestionarme mi hasta ahora feliz y, podría decir, exitosa vida…. Comencé, un tanto dispersa, la búsqueda.... hurgueteando y leyendo distintos artículos y estudios del mundo de la psicología y la etapa de la adultez en la mujer, el eneagrama, etc. Me puse rigurosa como nunca a ejercitar y disfrutar del yoga y algo de meditación. En paralelo estudié y me certifiqué como coach ontológica, leí sobre psicología positiva y descubrí el poderoso mundo de la indagación apreciativa. Así, en esta búsqueda de algo que no sabía qué… fui acercándome poco a poco a un espacio más profundo y gratificante que me permitía encontrar un mayor sentido y trascendencia en la vida. Así se empezaba a delinear un lugar donde quería permanecer.
Por otro lado, y probablemente no de manera casual, se despertó en mí una pasión dormida desde mi infancia que era el gran placer y gusto por las manualidades y en especial por el mundo de las lanas y el tejido. Mi madre y mi abuela también querían ser partícipes de este nuevo caminar. Mi casa se empezó a llenar de lanas, palillos, crochet y telares; y con ello con muchos tejidos que en paralelo comenzaba y muchas veces no terminaba. Por suerte –a estas alturas de mi vida- podía darme cuenta que no era el producto lo que más me motivaba (aunque debo reconocer que ver algo terminado y creado por mí me llena de placer) sino el hecho de estar creando y trabajando con mis manos. Podía pasar horas enteras urdiendo, deshaciendo y recomenzando; podía pasar horas enteras mirando páginas de tejidos o tutoriales que me inspiraran para un nuevo comenzar, horas en flow….. Gracias a Dios mi marido –a quien no puedo dejar de mencionar- me aganchaba en mi pasión sin quejarse por ver llenarse su pulcra casa de lanas, telares y tejidos; por ver a su mujer enloquecer en Chiloé a la vista de las muchas madejas de lanas de oveja, las cuales claramente se sumarían a engrosar los estantes y canastos lanudos en Santiago; ….. todo esto se fue transformando en una especie de sana adicción.
No recuerdo bien cómo y cuándo exactamente me llegó la inspiración de unir ambas pasiones: el tejido y el contacto con nuestro ser, con nuestro abandonado y poderoso mundo interior. Recuerdo –eso sí- que un día en una junta con mis viejas amigas….viejas porque a todas las conocí en mi primer trabajo…. Y no por su edad (me matarían cuando lean esto), les conversé sobre esta idea y ahí surgió el primer nombre a esta posibilidad de emprender algo con esto que tanto me movía: Tejer Terapia.
Como somos un tanto embaladas, ese mismo día –de manera impulsiva- como me suelo comportar cuando algo realmente me mueve, compramos el dominio de ese nombre para poder comenzar a armar una página web. Una de mis amigas (la Marcela Wilson), que es igual de entusiasta y, por qué no decirlo, prende con el agua si el tema la motiva, me ayudó con el trámite e incluso se movió para armar un logo adhoc. Pero ese no era el momento, aún los astros no se habían alineado para ello; incluso el nombre me dejó de gustar porque no quería armar un espacio de terapia…. Si bien soy psicóloga de profesión, nunca me gustó la clínica porque no iba conmigo el imbuirme en el mundo de los problemas y las enfermedades; siempre me gustó el estilo del “no rumiar los problemas” sino mirar las posibilidades y echarle para adelante.
Bueno, creo que pasó un año o tal vez más y la idea volvió a renacer y esta vez los astros sí estaban alineados. Con la misma Marcela empezamos a soñar y darle forma, fuimos mateas, nos juntamos rigurosamente a trabajar con Sami incluido, el hijo de la Marce. Hasta método Canvas le metimos para darle más forma y solidez a este emprendimiento que claramente nos movía y helo aquí ¡¡próximo a surgir!!.
Marcela:

Cuando recibí la invitación a participar de este proyecto lo sentí como una bendición, por que conjugaba muchas cosas que he estado buscando en mi vida. Si bien soy psicóloga de formación y pasé más de 17 años trabajando en la empresa privada, disfrutando mi trabajo y pasándolo muy bien, igual siempre soñaba que algún día empezaría a hacer lo que realmente me llenara el alma. Hasta que hace un par de años, al cumplir los cuarenta, di un gran salto, dejé la estabilidad que significaba un gran sueldo y buenas condiciones laborales y me di el lujo de tomar un año sabático; un año para mi, para mi familia, para mi hijo, para disfrutar, reflexionar y buscar un camino que me llenara intelectual, emocional y espiritualmente.
Nunca dejé de estudiar, mientras trabajaba formalmente hice un Magister de Psicoterapia Gestáltica, además estudie sobre las enfermedades con Adriana Snake y su enfoque de la Salud y la Enfermedad, reflejado en el libro “Diálogos del cuerpo. También estudié y practiqué como coterapeuta en Terapia de Grupos junto a Marina Varas y últimamente entré en el mundo del coaching, estudiando en Newfield y certificándome como coach ontológico. Mi búsqueda fue complementada con incorporarme en el estudio de la filosofía Budista y su permanente estar en el Aquí y Ahora. Empecé a meditar diariamente en el colegio de mi hijo, junto a otros padres, y a encontrar un estado de bienestar emocional que siempre había buscado. Además empecé a re-descubrir otros dones que desde chica había desarrollado y, que dejé de lado cuando empecé a “ser adulta” y vivir en este agitado y loco mundo: mis habilidades manuales y mi creatividad estaban intactas, solo habían dormido un largo sueño durante estos años de “hacer lo que debía hacer”, así que empecé nuevamente a crear con mis manos.
He tenido grandes, iluminados y lindos maestros, pero quiero mencionar especialmente a uno, que seguro ustedes también tendrán y que tal vez aun no se dan cuenta que lo tienen a su lado, mi hijo Samuel. Llegó hace cinco años a este mundo y con su llegada todo empezó tener otro color y otra importancia, vivir en un mundo mejor y trabajar para que esta sociedad tuviera cada día personas más felices, capaces de disfrutar de lo simple y de lo hermoso, empezaba a ser una necesidad. Poner mis dones al servicio de una vida mejor, pasaba a ser una responsabilidad y encontrar un espacio para hacerlo, era todo un desafío. Por eso la invitación de Sofía a este proyecto la recibí como una bendición, juntaba muchas de las cosas que estaba buscando y podía poner mi vida y camino a disposición de muchas mujeres que, como yo, andan en una constante búsqueda de desarrollo personal, de un camino espiritual y que quieren vivir en un mundo mejor, tanto para ellas como para sus seres queridos.
Queremos compartir este sueño con todas la mujeres que –como nosotras- busquen un espacio para disfrutar y conectarse con su núcleo positivo, con aquello que las mueve y les da vida, con aquello que las hace soñar y les da energía y alegría para vivir cada día mejor, impregnando a su entorno de su nueva y positiva mirada.
¡Bienvenidas a Entretejer!, donde nuestras historias se mezclaran con nuestros tejidos y nuestras conversaciones con nuestras ilusiones.